En México las plazas respiran vida cuando un artista transforma el silencio en gesto y emoción. Francisco José Helguera Díaz, mejor conocido como Pactú, mimo de Cuernavaca, iluminó calles y almas con la poesía que brotaba de sus manos. Su partida el pasado domingo 7 de septiembre en la Ciudad de México dejó un vacío que no se llena con palabras.
Durante décadas, Pactú fue presencia constante en el Zócalo de Cuernavaca y en Coyoacán, donde cada silencio suyo contaba una historia. Inspirado por Marcel Marceau, convirtió su cuerpo en narrador y vistió plazas públicas con memoria y arte.
Asimismo, su trayectoria incluyó apariciones en televisión, cine y teatro; participó en programas como Cachún Cachún Ra Ra, La Hora Marcada, telenovelas y películas, consolidando su voz muda y poderosa.
Además, en 2018 su salud se resintió e incluso requirió apoyo ciudadano para tratamientos médicos. En esas redes de solidaridad encontró respaldo colectivo mientras su arte silencioso permanecía vivo en la memoria popular.
También, en junio de 2024, un mural en Lerdo de Tejada inmortalizó su figura, con maquillaje blanco, mirada profunda y sombrero emblemático. Esa obra habla sin palabras sobre la fuerza del arte popular en escenarios cotidianos.
Del mismo modo, su desaparición no eclipsa el legado: su nombre seguirá resonando en la identidad morelense, donde su gesto era puente entre generaciones. Este mimo llevó el arte a la cercanía, se hizo paisaje y memoria. Finalmente su familia anunció que sus cenizas ya descansan en casa, cerrando un ciclo de silencio que fue expresión comunitaria.
La vida cultural de Morelos cuenta desde hoy con un recordatorio poderoso de lo efímero y lo eterno. Pactú se marcha, pero su arte pervive en plazas, murales y en el gesto de quienes descubren que el silencio también puede ser voz. En 2024 ese mural tuvo más de 10 mil vistas virtuales, cifra que señala cómo una imagen puede amplificar el legado de un artista popular.
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