La gobernadora Margarita González Saravia designó a Edgar Maldonado Ceballos como nuevo secretario de Gobierno del estado, un movimiento que, aunque presentado como parte de la estrategia para “fortalecer la conducción política” y “garantizar estabilidad institucional”, ha generado desconcierto entre la clase política y la ciudadanía. La decisión sorprende por el cambio tan drástico dentro del gabinete estatal, pues apenas en febrero el Congreso local lo había nombrado por unanimidad como Fiscal General del Estado de Morelos.
El Gobierno estatal destacó que Edgar Maldonado Ceballos posee una trayectoria sólida dentro del servicio público, al haber fungido como Consejero Jurídico del Poder Ejecutivo, donde impulsó acciones para dar certeza legal en la entidad. Sin embargo, la designación ha levantado más preguntas que certezas. Cuando fue nombrado fiscal, se le presentó como el perfil idóneo, el más preparado y con un compromiso absoluto con la procuración de justicia. Si realmente lo era, ¿por qué retirarlo del cargo en menos de un año?
Edgar Maldonado: Un cambio que deja más sombras que avances
Su breve paso por la Fiscalía General pasó prácticamente sin pena ni gloria. Los casos sin resolver siguieron acumulándose, las cifras de violencia no mostraron mejora y la percepción de inseguridad en Morelos se mantuvo intacta. Es cierto que nadie esperaba que resolviera en meses los problemas estructurales heredados, pero al menos se esperaban señales de cambio. Lo que sí se escuchó con fuerza entre los pasillos fue que quien realmente tomaba las decisiones en la Fiscalía era Fernando Blumenkron, designado como encargado de despacho tras la salida de Maldonado. La pregunta es inevitable: ¿ahora sí recibirá el nombramiento formal o la gobernadora seguirá jugando a pagar favores?
Por otro lado, la frase más recordada de la mandataria durante su campaña, “amor con amor se paga”, hoy parece transformarse en una máxima de gobierno: “favor con favor se paga”. Cada ajuste dentro del gabinete confirma una dinámica de lealtades políticas más que de resultados.
La división de poderes, una ficción conveniente
Este nombramiento confirma lo que muchos ya sabían, aunque pocos en el poder admiten: la división de poderes en Morelos es una ilusión. Tanto a nivel federal como estatal, las decisiones se concentran en una sola figura, el Ejecutivo, que actúa sin contrapesos reales. Bajo la justificación de la coordinación institucional, se borra la línea entre los tres poderes, dejando claro que la autonomía es un principio que se aplica solo en el discurso.
La llegada de Maldonado Ceballos a la Secretaría de Gobierno refuerza la idea de que en Morelos el poder no se reparte, se recicla. Las mismas figuras cambian de silla, pero el control permanece en las mismas manos. Y así, la política estatal se convierte en un tablero donde las lealtades pesan más que los resultados, y los ciudadanos vuelven a ser espectadores de un juego que siempre se juega entre los mismos.