Conflicto patrimonial y denuncias contra Rommel Pacheco
La conversación pública en México volvió a exhibir el lado más tóxico del poder personal con el caso de Rommel Pacheco, cuya trayectoria deportiva contrasta con las acusaciones que hoy lo rodean. Lo que comenzó como un conflicto privado se transformó en un retrato preocupante sobre abusos emocionales, presión económica y una relación marcada por desequilibrios que afectaron directamente a Paola Espinosa.
El testimonio de la doble medallista olímpica no solo habla de un trato desigual. Describe patrones de manipulación y control que, con el tiempo, dejaron huellas profundas en su vida. Además, los señalamientos contra Rommel Pacheco exponen un comportamiento que mezcla oportunismo, aprovechamiento económico y decisiones patrimoniales cargadas de opacidad.
Paola Espinosa relató que la casa de Montecristo, adquirida en 2013, quedó bajo dominio de Rommel Pacheco tras presiones que incluyeron advertencias emocionales y amenazas legales, pese a que ella habría financiado casi toda la propiedad. También señaló intentos de apropiación en inmuebles como Fuentes Brotantes y Tequesquitengo, donde Rommel aportó cantidades mínimas y luego buscó quedarse con la mitad. En consecuencia, su testimonio expone una relación atravesada por manipulación constante y un uso instrumental del vínculo afectivo.
Las revisiones al Registro Público revelaron que Rommel Pacheco no declaró varias propiedades, entre ellas Casa Chukum en San Crisanto, una vivienda en San Esteban, un predio en Progreso y un terreno en Cholul. Además, el reporte de Sol Yucatán expuso que ocultó su participación en empresas como Thermo Health, Rompac y Greene Corp, pese a su relación con contratos públicos. También surgieron señalamientos por ingresos de rentas administradas mediante Airbnb y manejadas por su actual esposa.
Rommel Pacheco se limitó a responder que todo “está declarado conforme a la ley”, sin explicar los vacíos detectados ni las discrepancias con los documentos registrales. Por otro lado, Paola Espinosa recordó que él presumía querer cargos públicos “porque ahí se roba bien”, una frase que hoy adquiere mayor peso frente al historial patrimonial cuestionado.
Los documentos mencionan además una casa en el Club de Golf La Ceiba, un departamento en Ciudad de México y un inmueble en Tixkokob adquiridos sin claridad sobre el origen de los recursos, lo que intensifica las dudas sobre su conducta dentro y fuera del ámbito institucional.
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