En el corazón de la Ciudad de México, la presidenta Claudia Sheinbaum vivió un episodio que volvió a colocar en el centro de la conversación un tema urgente: el acoso sexual. Mientras caminaba hacia una reunión oficial, un hombre intentó besarla y tocarla sin su consentimiento. La mandataria respondió con una acción contundente: presentó una denuncia formal ante la Fiscalía capitalina, dejando claro que la justicia debe aplicarse sin distinción de jerarquías.
El hecho trascendió más allá de lo político. En un país donde más del 22% de las mujeres mayores de 18 años ha sufrido acoso o violencia sexual en espacios públicos, la presidenta señaló que su decisión de denunciar busca enviar un mensaje directo: si esto puede ocurrirle a la jefa del Estado, el resto de las mujeres vive una vulnerabilidad aún más profunda.
Acoso sexual: un delito que exige sanciones reales
La Secretaría de las Mujeres recordó que ningún tipo de cercanía o simpatía justifica invadir el espacio personal de una mujer. Subrayó que el acoso sexual no solo atenta contra la dignidad, sino que constituye un delito. En su comunicado, la dependencia reiteró su compromiso con la erradicación de toda forma de violencia de género y pidió a la ciudadanía no trivializar estos actos.
La presidenta aseguró que no reforzará su seguridad personal, argumentando que mantenerse cerca de la gente forma parte de su compromiso político y humano. Sin embargo, expertos en seguridad nacional advierten que el incidente evidencia un vacío en la protección presidencial tras la desaparición del Estado Mayor, lo que plantea un reto logístico y político de gran magnitud.
De acuerdo con cifras del Inegi, el 22.2% de las mujeres que usan internet ha sido víctima de ciberacoso, y más de la mitad identificó a hombres como los agresores. Estos datos reflejan una realidad extendida en los espacios públicos y digitales, que exige un cambio estructural y cultural sostenido.
